Postres difíciles de hacer

No sé qué piensen ustedes, pero a mí me encantan los desafíos en la cocina, especialmente cuando se trata de preparar postres difíciles.

Hay personas que miran un pastel en caja y piensan que han hecho una obra maestra de repostería (sin juicios, cada uno con lo suyo).

Pero lo que me gusta es probar los límites, sentir esa emoción de ver si funcionará o terminaré pidiendo un postre a domicilio.

Así que, si estás en el equipo que no le teme a las peleas, hablemos de esos postres que nos hacen sudar en la cocina.

Pero mira, si funciona, el resultado impresionará a cualquiera.

Macarons: Postres difíciles

Si alguna vez has intentado hacer macarons, sabes de qué estoy hablando.

Son hermosos, coloridos y parecen fáciles cuando los ves en Instagram.

Pero la verdad es que son temperamentales.

En primer lugar, está la cuestión de las claras de huevo: tienen que estar en su punto justo.

Luego está la harina de almendras, que no puede ser ni demasiado gruesa ni demasiado fina.

Y el truco: el “macaronage”. Esto significa mezclar la masa en su punto justo, porque si la mezclas muy poco, la galleta quedará dura y si la mezclas demasiado, se convertirá en un desastre.

¡Y ni siquiera he mencionado el horno! Cualquier error en la temperatura y listo, tu macaron se agrietará, se ablandará o simplemente explotará.

Pero cuando lo haces bien… oh amigo mío, te sientes como el mismísimo chef de París.

Pastel de terciopelo rojo: el drama de la textura perfecta

Red Velvet no es sólo un bonito pastel rojo.

Tiene un sabor un tanto misterioso, a medio camino entre el chocolate y la vainilla, y una textura que debe ser suave pero no demasiado densa.

Pero hay un detalle: a este pastel le encanta traicionarte.

El colorante rojo de alimentos puede ser amargo, el bicarbonato de sodio debe activarse con vinagre en el momento justo y, si lo horneas demasiado tiempo, pierde su humedad y se convierte en un desastre seco.

Sin olvidar el glaseado de queso crema, que debe tener el equilibrio perfecto entre dulce y ácido.

Si lo mezclas mal, podría quedar demasiado líquido y no mantener la estructura del pastel.

En otras palabras, si lo haces bien, tendrás un pastel que parecerá salido de la ventana de una panadería.

Pero si cometes un error, bueno… siempre hay helado en el congelador.

Crême Brûlée: Postres difíciles

Seamos honestos: la crême brûlée es uno de esos postres que parece fácil hasta que lo pruebas.

“Oh, es sólo una crema con una costra de caramelo”. Pero no.

En primer lugar hay que cocer la nata en su punto justo, al baño maría, sin dejar que corte.

Si te impacientas y subes el fuego, se convierten en huevos revueltos.

Y luego viene la parte más crítica: el caramelo.

El azúcar quemado tiene varios estados: líquido, dorado, quemado e irrecuperable.

Hay que caramelizar la parte superior de la crema sin derretir todo el postre.

Y para eso necesitas un soplete, lo que significa que es casi como un espectáculo de fuegos artificiales en la cocina.

Pero si lo haces bien, sentirás ese “crujido” perfecto de la corteza quemada, y entonces sabrás que todo el sudor valió la pena.

¿Vale la pena el esfuerzo?

Si te gustan los buenos retos, estos postres son como un videojuego de repostería: difíciles, llenos de trampas, pero cuando ganas, la sensación es increíble.

Y mira, si nada funciona, siempre tienes la opción de comprarlo ya hecho y hacer como que lo has hecho tú mismo.

Pero entonces te pierdes la diversión (y los problemas) que sólo entienden quienes cocinan.

Ahora dime: ¿qué postre te hizo casi renunciar a cocinar?